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Consideramos la misión como participación en el envío de Cristo al mundo: “Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21). Esto coloca la misión en el corazón mismo de la vida de la Congregatio Jesu. Entendemos que nuestra llamada a la vida consagrada forma parte de la misión universal de la Iglesia. Así como Jesucristo envió a sus discípulos con las palabras: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16:15), así consideramos que nuestra misión es universal y no se limita a un lugar o a un trabajo particular.

Por “misión universal” entendemos que es una misión sin fronteras. En el pasado quizá esto se podía haber interpretado únicamente sin fronteras geográficas. Hoy, entendemos que “sin fronteras” significa que no hay lugares o pueblos a los cuales no estaríamos dispuestas a llevar el amor salvador de Cristo.

 

La misión universal nos puede llevar a lugares donde otros, no pueden ir fácilmente, tales como las áreas tribales del noroeste de la India, las estepas de Rusia, los centros urbanos de China, entre las víctimas de SIDA de África, a Cuba, e igualmente a las ciudades del interior del occidente secularizado, para educar a mujeres y niñas en particular, a cuidar a aquellos que no tienen suficiente que comer, cuidados sanitarios, trabajo y lugar donde refugiarse. La misión universal nos llevará a ‘lugares’ donde no hemos ido antes. El criterio para elegir será ‘donde hay mayor necesidad’. Las nuevas áreas identificadas para la misión son, las mujeres víctimas del tráfico humano, los medios de comunicación, la enseñanza de la teología en institutos de enseñanza superior, el asesoramiento legal. En todos los aspectos de nuestra misión somos concientes de la dimensión ecológica.

Formamos a nuestras Hermanas para que sean movibles y para que estén disponibles, deseando ir allí a donde se les envíe. Esperamos que ellas se esfuercen, como Mary Ward, para tener esa libertad interior y responder a la llamada de dejarlo todo y seguir a Cristo con pasión y compasión.

Un ministerio particular es cómo funciona la misión a nivel local o nacional. Las opciones del menú dan ejemplos de una variedad de ministerios en los cuales nuestras Hermanas trabajan. Siempre estamos en misión, incluso cuando, las personas se debilitan, su misión se hace más circunspecta. Aún las que están enfermas postradas en cama están ‘en misión’, ejerciendo un ministerio de oración y sufrimiento por todo el mundo.

El primer ministerio de Mary Ward fue la enseñanza a jóvenes y niñas, tanto en internados como en escuelas diurnas, porque es lo que ella había discernido como la mayor necesidad. Sin embargo, entendió la misión en un sentido mucho más amplio, y en el plan para su Instituto que sometió al Papa Urbano VIII, incluyó ‘buscar las mujeres de una vida dudosa; reconciliar a aquellos alejados de la Iglesia; asistir y servir a los prisioneros y a los que están en los hospitales; y ciertamente, emprender cualquier otra obra de caridad que sea adecuada para extender la gloria de Dios y el bien común’.

 

La supresión del Instituto por la Bula papal en 1631 significaba el cierre de todas las escuelas de Mary Ward. Sin embargo, aunque la Iglesia no estaba preparada para permitir a las mujeres vivir una vida apostólica sin clausura, los católicos laicos deseaban que sus hijas fueran educadas. Se animó a las Hermanas de Mary Ward a que abrieran escuelas en todas partes a donde iban, frecuentemente con la bendición y el apoyo del Obispo del lugar.

Con el paso del tiempo, las escuelas llegaron a ser nuestro único ministerio hasta el Concilio Vaticano II cuando la Iglesia animó a las Congregaciones religiosas a volver al espíritu de sus fundadores, y el concepto de ‘misión universal’ donde ‘la necesidad sea mayor’ se convirtió en los criterios claves para nuevos ministerios.

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